mis padres

Mis padres (Dali)

Mis padres, ay, mis padres, mi padre trató de protegerme de la noche, me silbaba desde las alturas preñadas de misterio, mi padre, oh, mi padre, mi padre me sacó de un pozo, me resguardó del frío, la lluvia y el viento, yo lo recuerdo buscándome en la zambra de las tabernas, buscándome en las sierras, en los toneles y en las discotecas marchitas de domingo, recuerdo a mi padre, sí, recuerdo a mi padre cuidándome como oveja negra de su amado rebaño, oveja descarrilada, él sentía pena de mi inocencia peligrosa, por que la ceguera me esperaba en el portal de su casa, padrecito mío, no busques más, que tu hijo se ha hecho grande a base de caer y levantarse, a base de electrocutarse metiendo sus dedos en enchufes, a base de romperse como un tiesto en desuso, de aquellos que de vegetal prisa son ignorantes, recuerdo los vinilos deformarse por el sol matinal, recuerdo los motores, cigüeñal tras cigüeñal, uno tras otro, y la incertidumbre de la tarde cerrarte la puerta de un portazo, mi madre, mi madre miraba como me llevaba el mar a no sé qué ínsula abandonada, me buscaba en las fiestas de niños traviesos, abría las puertas de cabañas y túneles de escondite, era eso, era un juego como el de esconderme, esconderme para arañar mi propio destino, la sangre del destino se veía en arañazos, ya no pasaré más por la maraña de sueños que corren despavoridos y desnudos, desnudos de ciudad inquieta, billares, futbolines y maquinistas que por 25 pesetas te engañaban de mis precoces vicios y mis locas ganas de ser rebelde, rebelde, como el traje verde olivo, como la indomable dicha de los señores de la carretera, yo, voy de vez en cuando a ver a mi madre ya tranquila, mi padre ya tranquilo, he sido problemático y hermoso como un perro consentido, ya no haré más daño a mis padres, yo, lo juro, pero hay momentos que quisiera escaparme por la noche y ver borrachas a las chicas enamoradas de un amor imposible, me gustaría escaparme con ladrones, con viciosos que creen que la droga salva, pero ya no es posible, ya no soy el mismo, ahora me da miedo mear en las esquinas, me da miedo romper vasos por capricho, me da pavor una disputa por una rosa fresca, me da cierta inutilidad comprobar que he sentado la cabeza, que la he sentado para siempre, ya no quiero viajar para cruzar un océano eterno, ya no quiero caerme de la moto mientras vuelvo, ya no quiero no temer a las tragedias, regalé mi chupa de cuero, ahora me peino diferente, muchos amigos perdí, ahora soy formal y un poeta no sé si malo, pero nadie me puede arrebatar que yo le vi las bragas a la madrugada, que conozco el secreto de los letreros en los pies, y que Nueva York no me asusta en su insignificancia donde nadie conoce a nadie, por que a mí me conocieron todos, sin embargo, nadie ha visto a mi madre y a mi padre ocultarme bajo el mar.

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