Sin duda, estos son los tiempos más difíciles desde que tengo conocimiento. Quizá antes los hubo también, la hambruna en la posguerra, la crisis del petróleo, crisis y más crisis, pero esta, la cual tengo conocimiento ahora, ha dejado tocado a más de uno, los días finales de mes, lo duros que son, las cuentas de la madre de familia, siempre sumando, restando, ahorrando aquí, redoblando allá, las tiendas del barrio, que ya no dejan fiado, el buscavidas de turno, que trata de sacarte lo que pueda, ahora el café lo cargo menos, siempre mirando de no agotar las últimas existencias. La vida de los pobres la sufren en solitaria vergüenza, vergüenza que rodeada de fronteras del subsistir trata de remendar él solo lo remendado, los ricos, están allá lejos, almuerzan en el Ritz, visten a medida, tienen las mejores viviendas en las mejores zonas, y todavía reclaman una porción más al que menos tiene. El consumo es el inconsumo, nadie gasta en ocio, en bares, cafés, cines, teatros, la literatura, han cerrado bastantes editoriales, y las que quedan…
El pan de los pobres, el pan del fiador, el pan de quien no tiene para postre, es el pan mismo que mascamos tú y yo, el pan de quien conoce tu nombre, es el pan del tabernero, y del que ruega a dios, el pan de quien no te conoce, te lo quita y se lo da al mejor valedor, es el pan, el pan de nuestra misa, y el de aquellos que ya no usan camisa, es el pan, el pan infractor, el que acostumbra a veranear en Ibiza, es el pan, el pan del pecador, el pan mascado, que se les da a los bebés que no mastican, es el pan, el pan que socializa, es el pan, el pan que ocupa un rincón, es el pan para pueblos sin delicias, es el pan, el pan sin voz, es el pan, que cuando no se tiene avisa, con un vacío en el estómago, y otro vacío, allá en el corazón. Es el pan de los que se dan por aludidos usando rimas sin control, es el pan, el pan que domestica, es el pan, el pan de aquél con su canción, es el pan de los que confraternizan con la pulga, la oruga, y el moscón.