copyright

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Me río de esos poetas que tras haber escrito sus versos ponen el símbolo de copyright al final de estos. Como si hubieran inventado la Coca-Cola, o su palabra sea una propiedad privada, son ridículos. Creen que les van a arrebatar otros poetas sus verbos unidos a adjetivos como si estos tuviesen la solución a todos los problemas de la humanidad. Tienen demasiado desarrollado el sentimiento de legitimidad en pro de la propiedad exclusiva. Lo que ignoran es que hay tantos poetas o más que poemas en el mundo, y algunos de estos, no digo yo, no ponen copyright a sus palabras, las obsequian al mundo, o a las exponen para la gente, como si difundir sus poemas fuera algo así como regalar abrazos, o sonrisas, o besos al menos pintado. Estos no, estos son aún más generosos, regalan diminutas galaxias de palabras para que el mundo las reconozca cuando la verdad deje de ser verdad, para cuando el mundo deje de ser mundo, y no cobran nada por esto, lo hacen por que ser generoso es la única manera de que no te tomen por mezquino en este mundo mezquino, las entregan así para que las usen como quieran usarlas, de la manera que quieran o puedan, y así no terminarán en manos del vil capital, por que aquello que más se aprecia y después se regala es lo único por lo que vale la pena seguir luchando.

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