En la fábrica

En la Fábrica

Se levanta los días laborales a las 4.30 manque le pese, los pobres nos curamos las heridas como los perros, se le escapan dos sueños celestes y uno rosa mientras se despierta, se toma el café, se lava, se peina y se afloja, pero sigue su curso, como río que no piensa su pulso de agua, el tráfico revienta su aurora y la ilusión la abandona, pasar ocho horas mientras el sudor baila en la fiebre, mientras, ella maquina de sola, se pone la radio, por aquello de la rutina espesa que aflora, entre máquinas, motores y otras voluntades de frente la acosan, ruido de metales, esclavos sollozos, suena la sirena y el almuerzo la hace roca, ella es mi madre, pasó de trabajar de niña a seguir trabajando ante su vida toda, ya se van con el silencio una pequeña galaxia en su esfera de horas, y un montón de pensamientos que a ritmo sin compás le dan la esperanza corta, madre, ¿quién te quitará tu callo, tu pena y tu solitaria cadena? Ella me dice: Hijo mío, pa’ trabajar la sangre es roja, yo le digo: Madre, te siegan el desmayo y la salud no es de goma.

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