Quiero hablarles hoy de alguien muy, muy especial para mí. Esa es mi madre. Se levanta los días de trabajo a las 04.30, siempre sin quejarse, siempre sin rechistar. Trabajó desde muy niña, guardando cabras, ayudando en las labores. Ahora tiene Facebook, pero rehuye de tener conversaciones debido a sus faltas de ortografía, ya que dejó la escuela a edad temprana. A mí y a mis hermanos nos ha dado estudios, nos ha mantenido y a veces ha sufrido, quizá demasiado. Por motivos que no diré aquí me demostró que me apoyaba en todo lo que emprendiese, si tenía algún problema ella me lo solventaba. Cada vez que llega al trabajo de madrugada me avisa que ha llegado con un mensaje de texto por móvil. Nadie entiende por qué calla mi madre, mi madre calla para dar concesiones, tiene miras a largo plazo. Ella es una niña, una niña grande, el amor a los hijos para todos debiera ser igual, no se puede ser frío con un niño. La quiero mucho, no solo por su ayuda, sino por que para mí lo es todo, se defiende muy bien con las nuevas tecnologías, tan bien que controla su smartphone a ciegas casi. Madre, ¿por qué esta vida es tan asquerosa? ¿Por qué a veces no avanzamos y caemos exhaustos a la cama rendidos? Madre, ¿por qué confiamos en aquello que se nos ofrece, que creemos que es nuestro, y después nos lo arrebatan como cualquier cosa? Madre, siempre recordaré este día, el día que me devolviste al camino. Recuerdo un día en que estando en un restaurante en Lima de comida española pusieron una canción, la canción fue de Manolo Escobar «Madrecita, María del Carmen» y lejos de ella,me emocioné de tal manera que fue irresistible sostener las lágrimas, Mi madre se llama María del Carmen, te quiero Madrecita, María del Carmen. Te quiero.