Una manada de outsiders recorren las calles, quieren disparar balas con los blisters de sus comprimidos, todos los días escalan el hielo, todos los días absorben miradas culpables, como vampiros que escapan de castillos imposibles, una manada de outsiders recorren las calles sedientos, no buscan culpa, tampoco absolución, saben que para ellos no existe un mañana, que la mañana y la noche son repetición, patean las calles como manada disuelta, ¿quién sabe si la cura de los normales es la necesaria? Pues ellos buscan cura como los demás, pues ellos también la buscan entre plagas de anti-escrupulosidad, recorren los bares para resolver magnicidios, recorren ciudades para reparar constelaciones, una barra de un bar es un templo de outsiders, una ciudad entera los resguarda en el quizás, se han comido las mantecas de lozanos hombres de bien, han escurrido baberos de los que ignoran paternidad, vacíos adentro y afuera, por eso son outsiders en su lado literal, mañana ya es tarde y hoy ya no digamos, una manada de outsiders recorren furtivos las calles, con su prisa habitual, los esperan en algún sitio, quizás resuelvan el enigma de la noche en los ojos que se ven pero al cruzar, una manada de outsiders reniega de esta hambre pero con tanto pan para migar.