Chet Baker es bueno con la trompeta, es delicioso y coherente, pero Miles Davis es más hábil, más sorpresivo, aunque es una maravilla escuchar Autum Leaves con esa delicadeza, la versión de Chet Baker es más ligera pero menos melancólica y genial. De Billie Holliday diré que su sostenido en las notas, su improvisación y su anárquica forma de llevar la melodía la hacen carismática y conmovedora, y de Charlie Parker qué decir? Que es genial, tanto en bebop, como con violines, como haciendo swing, Chet Baker canta suave y profundo como el amor oscuro, como el amor imposible pero con la certeza de que el amor existe, suavidad y tragedia, todos conocieron las drogas, todos conocieron esa virtud que tienen los músicos de Jazz que son famosos nada más para una minoría, salvo Miles, ninguno llegó a llenar estadios, pero una cosa es segura, he pasado momentos preciosos cuando escribía escuchándolos y a la vez que ellos hacían alguna maravilla de las suyas yo hacía otra, cuando he amado con su música, cuando haciendo mis collages me he encontrado con su noche ambarina o azul o quizá verdosa oscura como las botellas de cava, este es mi homenaje, va por ellos, por su música, por sus momentos de soledad, que de alguna manera, también fueron los míos un poco. Me encanta escuchar Jazz en la noche, en la noche absorbo los fantasmas y me los bebo como un trago de vino en el deleite de la noche más larga.