Comprendí entonces que debía andar mi camino en soledad, que no había minoría con la que me relacionasen, que no existía tampoco mayoría alguna, ni generación, ni colectivo, ni eso que llaman como agitación cultural, no sé de donde sacan tanta baba. Debía andar mi camino en solitario, con mis amigos de siempre, que aunque con un nivel más bajo de cultura y sin interés alguno por la lectura, ellos eran los amigos verdaderos, capaces de compartir con estos una aventura, una juerga, incluso la ilusión por las cosas sencillas, que como gentes sencillas, son las cosas verdaderas, lo demás, no valía la pena, todo era fachada, vanidad y mucha envidia entre sus semejantes, como si compitieran por ver quien llega antes, ellos creen que van a perdurar, pero solo perduran los mitos y los actos heroicos. Así habló Capplannetta, al comprender que su pasado y su presente son como el agua y el aceite.