La Generación Perdida

La Generación Perdida me enseñó el cuento de que no debes golpear con el puño una pared, me enseñó que el lugar de la fiesta es el mejor en el que estar. La Generación Perdida me enseñó el cuento de que cualquier guerra es un duro trago que has de tragar, me enseñó que los enemigos saben a fuego, y tienen mucho fuego por quemar, queman los mejores metales, queman la nuca y el paladar. La Generación Perdida me enseñó el cuento y cual es la noche que de loca en un Déjà vu te dirá au revoir, me enseñó la verdad noble que los hombres han de mil veces lograr, me enseñó la patria del mundo, como ciudadano libre que tierra ha de pisar, me enseñó que los golpes se devuelven aunque la Biblia diga que la otra mejilla pondrás, la Generación Perdida agarró el sueño como una sábana que se anuda en las manos del deambular, que debemos disfrutar de lo que se pueda, que cruzar un camino puede ser cambiar el destino, que beber el último sorbo puede ser tu plegaria en el patíbulo, que los años pasan añejos y hacemos cruces con el cuerpo, cruzamos las piernas esperando el último naufragio salvaje, que el Carpe Diem quizá sea cierto, aunque a veces tu puño cerrado apriete fuerte lo que no está en él. La Generación Perdida es en parte una mentira y las veces que yo quiera será verdad.

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