Los árboles

Los árboles son testigos mudos de que todo eso ocurrió, de que nosotros como náufragos propiciemos nuestra propia tormenta, los árboles saben que todo murió, ellos saben y sabrán que solo quedarán ellos cuando nuestro invierno intervenga. Los árboles saben que somos prisioneros de esta jaula llamada amor, los vinilos de Chet Baker suenan dulce y con sosiego pero ignoran que nuestro amor fue un huracán interior, las jaulas se predicen, se predicen en una hermosa canción, se predicen las derrotas, se predicen en nuestro interior. Los poemas escritos en la lluvia tienen nuestras lágrimas secas en el papel de nuestro amor, amor solo para los dos, amor que se pervierte en el color o no-color, amor que nos hace daño en las sobras de nuestro reposo en aquel rincón, rincón que es jaula de oro, rincón que es poesía cruda, rincón y terca prisión, los árboles son testigos de nuestra bella canción, canción que se mueve suave y no alza ni baja su voz, Chet Baker está muerto, también moriremos tú y yo, esos dos que también saben que los árboles uno a uno y quietos en su raiz, los árboles fueron testigos de la derrota de los dos, la derrota plagada de vacíos, derrota humana del amor, los árboles cuentan años con anillos a su alrededor, nosotros nos desprendemos de anillos y testigos y los años en prisión, ahora somos dos niños que dejaron usada su canción, dejaron calzada su derrota y dejaron liberada la última cuestión, cuestión que nos da la razón ahora que el presente es voz, pasado de los árboles eternos y futuro sin ni tú ni yo.

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