A José Muñoz Ramos, in memoriam.
Mi abuelo fumaba; fumaba Celtas. Un día fui a comprar tabaco con él al estanco, de su mano. Cuando fue a pedir sus cigarros él le dijo al estanquero: -Dame un paquete de los que mataron al tío Paco-. En la cajetilla salía una figura de un guerrero celta. Ahora las cajetillas vienen con otras sugestiones poco recomendables a la vista. Últimamente vienen en las cajetillas una serie de mensajes y fotografías para la concienciación del fumador, para que deje el tabaco. En unas vienen mensajes aludiendo a que daña el esperma, en otras viene un hombre con una sábana en la cara ya fallecido (imagino), pero en otras vienen unas imágenes verdaderamente horribles. La que más me afecta es una que sale un hombre con bigote con un tumor (supongo) tan exagerado en la garganta que causa verdadero horror nada más mirarla. Yo mantengo la cajetilla dando la cara por su parte frontal, por el lado que no hay imagen hacia arriba. La imagen esa del hombre con el tumor en la garganta la vi anteriormente en Perú. Allí se vendía tabaco de la Argentina, supongo que todas pertenecerán a una asociación o un ente anti-tabaco internacional y las publican en todos los países de manera internacional. Lo harán también para reducir costes en fotografías y fotógrafos. Mi abuelo murió de infarto, seguramente por el tabaco. Lo recuerdo fumando y dejando un halo a su alrededor de humo espeso y denso. Dejaba caer la ceniza al suelo, y mi abuela lo regañaba. Ahora cuando fumo, a veces me viene aquel olor que lo asocio automáticamente a mi abuelo. El olor del tabaco denso. Aunque yo fumo tabaco rubio y él fumaba tabaco negro, ese olor me recupera de la memoria un recuerdo que guardo con sumo cariño y que no quiero olvidar. Es mi recuerdo cada vez que enciendo un cigarrillo, por el placer de fumar. Va por ti Yayo, y ahora mientras fumo pienso en que dejarlo sería una faena. Lo seguiré haciendo. Aunque sea por el hecho de recordar.