Echo el humo de mi cigarrillo y adelanto mi nariz en el aura de humo, para olerlo, para recordarte. Expulso el humo de mi calada, y al expulsarlo, pongo frente mi boca la palma de mi mano, para que el humo retorne, para oler el humo que sale desde mis pulmones, para recordar las noches en las que fumábamos y hablábamos, follábamos y dormíamos, comíamos y follábamos. Nunca he tenido tanta actividad sexual como entonces. Huelo mi humo azulado para recordarte, olfateo mi calada profunda y me siento bien, me trasporta a tu lado. Quiero fumarte como un cigarrillo, quiero sentirte en mis pulmones, caladas y caladas, recuerdos y recuerdos, me echabas tu humo a la cara y yo percibía nuevas periferias a tu alrededor, tus caricias eran humo que rebotaba en mi piel, me gusta el olor del tabaco por que me lleva a tu lado, me hace sentir seguro, tranquilo, ya no estoy nervioso, no tengo miedo, aspiro tu humo en mi cara, humo caprichoso en el azar, humo que olfateo frente a la palma de mi mano. Nunca he sido tan libre como entonces. Libre, como el humo silencioso, no hay nada más silencioso y a la vez con tanta vida artificial que el humo. Humo que se libera por que pesa en tu interior. Por que pesa, como pesa tu recuerdo, como pesa tu olvido, como pesa la vida.