URKO

URKO

 

Más grande que un monte,

me miras y te veo grande,

perro travieso y bonito,

tienes tu nariz húmeda,

tienes ganas de estar conmigo.

Pelo marrón, lomo azabache,

gris mezcla de apagada

aurora frecuente.

Más grande que un monte,

ojos de luna astuta,

claro tu bajo vientre,

fuego en tu morro de bizcochuelo;

huyes del humo

de mi cigarrillo encendido,

te tumbas al sol,

tu barriga es alba

abrumada de terciopelo.

Gimes y parece que hables,

mi lucero de canela,

mi compañero triste,

mi inquieto centinela,

gracioso heraldo que ladra,

mi faldero amigo de siempre,

mi abejilla caprichosa,

tu andar es andaluz por gracia,

dormilón incesante,

cántaro de mi sueño canino,

ládrale al mundo

con tu improvisada rabia,

ceniciento volátil,

mi nariz de chocolate negro,

tus ojos de miel

son un ocre oscuro en el atardecer,

son amanecer sigiloso

que llega de puntillas.

Eres un niño celeste,

y un viejo desangelado,

eres mi cosquilla en los pies,

mi caricia caliente,

mi bollito brioche,

mi exigente presencia,

te digo ven y vienes,

te tiro tu pelota y me la traes,

juego contigo y disfrutas,

Urko bonito, bocadito de azúcar,

empañado cristal,

divino ser de luz y dulzor,

te quiero Urko,

mi York-Shire alucinante,

mi corazoncito de azules,

mi croissant en la leche.

Mi jazmín siempre-vivo,

mi sueño sostenido,

mi niño llorón,

mi mimo de rosas,

mi cucharilla de café.

Urko, mi sangre y tu sangre.

Lengua de gominola.

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